De golpe
Hace tiempo ya que la tristeza se ha
pegado a ella como una segunda piel. Mamá ya no es la misma.
Siempre anda cabizbaja, especialmente, cerca de mi padre. Si no hay
comida preparada cuando mi padre llega de cazar se escuchan golpes y
los gritos de mamá resonando en las paredes de la cueva. Un
día cuando llegué de jugar encontré a mi padre
agarrandola del cuello. Ella le escupió y mi padre le golpeó
con una piedra en la cabeza y se fue. Cuando llegué hasta mamá
y me agaché junto a ella, ya no eschuchaba los golpecitos en
su pecho con los que solía quedarme dormido y el suelo a su
alrededor poco a poco se iba tiñendo con su sangre.
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